No siempre conseguimos enmendar el alma humana. No siempre logramos conmover el espíritu de las personas, tal vez por el simple hecho de sobrevivir, por ganar esta batalla a la vida que ha conseguido convertirnos en oponentes, en adversarios.
Seguramente podría entender esa visión de la supervivencia, pero no suelo compartir la arrogancia y mucho menos el despotismo y el abuso.
La humanidad es y ha sido siempre tan inhumana como extravagante y ha pasado con rápida agilidad del tierno abrazo materno al rifle y al desamparo, a la crueldad .
Somos una especie llena de incongruencias y miedos, y no somos conscientes de los solos que podemos llegar a estar si negamos entregar las manos y la mirada limpia.
He vivido en la más absoluta soledad, una soledad fría y dolorosa y no siempre buscada.
Luego fui errante y me alejé voluntariamente del mundo hasta el punto de sentir que si no existía nada importaba.
Hoy me resuelvo en una extraña serenidad y cobijo donde parece que sin apenas llevar armadura nada puede herirme,
porque a nada temo, porque nada soy.
porque a nada temo, porque nada soy.
Últimamente observo el trasiego de las calles con la mirada diferente. Me parece curioso porque en un pasado no muy lejano quedaba agotada y molesta por el bullicio. No puedo negar que anhelo el silencio del viento y las horas calmas en un tiempo casi irreal, pero he llegado a apreciar cada vez más el sentirme unida a este camino y a la gente que conmigo camina, a las personas y al día a día mundano donde una vez me sentí desubicada, y del que huí...
Podría decir que aprendí a valorar el contacto humano, aunque en ocasiones desprecie esta absoluta humanidad...
Son sentimientos que se remueven en mi interior, tal vez por esta búsqueda constante en la que siempre me vi envuelta.
A veces envidio a quien tan claro vive y no se cuestiona el más allá, ni el más mínimo aliento, ni el más mínimo suspiro lo pueden inquietar.
A veces envidio a quien acata los dogmas, o no duda en su realidad..
A veces envidio a quien tan claro vive y no se cuestiona el más allá, ni el más mínimo aliento, ni el más mínimo suspiro lo pueden inquietar.
A veces envidio a quien acata los dogmas, o no duda en su realidad..
Para mí siempre fueron incógnitas, senderos que descubrir, tirando murallas y piedras dentro de mí.
Me he convertido en un todo, en nada y en algunos momentos fui.
Ahora cada piedra está ubicada y los caminos suelen describir.
Cómo si a nadie le importara salvo a mí...... la imagen cada día es más clara...