Moveré los remolinos de invierno
porque se acerca el otoño,
y mis manos comienzan a echarte de menos.
Voy a vestir los ojos de pétalos secos
cuando caigan de mis pestañas
las últimas gota de hielo.
Llegarán las
horas tristes
convertidas en terciopelo
para consentir la caricia
de la inerte perplejidad del tiempo.
La piel se formó triste,
los sueños congelados fueron,
y la voz en el eco se evapora sin dueño.
Hoy el rostro de arrugas lleno
acompaña la imagen del desapego
y permanece con su gris
lleno de flores en invierno....