Siento el galope incesante de tus pies en mí.
ya no hay camino ni distancia capaz de mermar las ganas de seguir.
que ahora dibuja tiernos contornos de alegría y cordura.
La vida nos enseña simplemente a vivir la
y desde el comienzo se enfrenta a nuestra propia voluntad
que incesante quiere destronarla.
De colores florece la primavera de mis años,
cultivo sabio entre savia cultivada a raudales.
En la fulgurante luz de la mañana
sostengo el latido entre suspiros
porque los ojos sonríen,
las manos se nutren
y la lágrima sigue brotando con una ligera brisa de aliento y alivio.
y las erosionó
y las olvidó en tierra
dejándonos el surco en las venas.
El sueño queda en mi piel descansada
y ya no sueña....
Despierta.