Curiosamente, me gusta detenerme a observar a las personas, como si en ese detenido momento pudiera llegar al fondo de la esencia, a la realidad de la vida, a ese justo segundo de comprensión y sentido de toda una existencia. Algo ilógico, pero cierto, un instante en la vida de cada persona.
Me gusta mirar sus caras, el reflejo de las almas que buscan y no hallan.... a quien se describe sin palabras.
Hoy paseaba por el parque con mi niña y para volver a casa tomamos el metro, y en ese momento mágico que regalan los días mi hija me besó, fuertemente, con ese beso profundo de quien entrega el mundo y el todo en los labios. Esos besos que sólo el amor conoce. Y en ese instante mágico y de color, fui yo la observada. Todos los presentes en el vagón me miraban con una amplia sonrisa, una de esas sonrisas de añoranza, de luz, de verdad. Y me dí cuenta lo que deseamos las personas. Cómo nos inunda un gesto de amor, cómo nos llena el alma.
Y la luz se hizo en un instante sabia en el vagón y las miradas volvieron a sus mundos...tal vez, quién sabe, buscando ese beso en sus recuerdos, soñando con hallarlo o simplemente sonriendo en paz al presenciarlo ....
Hoy fui yo la observada....