No pude evitar quererte hasta dejar los sentidos hundidos
en aquel rincón prohibido del corazón.
Amarte se hace sueño cautivo de una realidad hiriente,
mas mis manos arden en tu fuego,
allá donde los cuerpos unen camino
enredados en misterio.
¿Qué fue de la cordura
y dónde quedó la locura?.
¿Qué más queda por mirar
en los ojos de quien brilla?.
¿Y qué más por esperar
en una esperanza
sumisa?.
Lento ensamble en las horas de pausa,
guardada quedan las manos en su sabia morada.
Y tengo los ojos de ti llenos,
el alma entregada,
y el guiño de los años
que saben descansar en tu espalda.
Quiero sentirte en la libre luz del alba,
sin miedo a dejar desplegar las alas
y con la fuerza real de quien mira a la cara.
Ser contigo cada mañana,
en el ocaso, de madrugada...
En las horas del tiempo
y en el tiempo contigo
en las horas calmas....
